Febrero de 2010: una escuela de niñas en Pakistán sufre un ataque de bomba
por parte de talibanes. Mientras tanto en España, miles de niños acuden
disfrazados al cole celebrando la llegada del Carnaval.
Situaciones
totalmente diferentes, contrarias incluso. Mientras que en un país cientos de
niñas lloran aterradas viendo como sus compañeras no han resistido a lo que un
grupo de hombres con armas y enmascarados acaban de hacer, en otros los niños
disfrutan con sus disfraces, sintiéndose por un día princesas de un reino mágico
o superhéroes. Esto es una historia de niños, pero ¿qué hacían los adultos
entonces? Pintaban la cara con miles de colores a sus hijos mientras en la radio
escuchaban que un grupo de niñas habían muerto en una escuela, curioso, justo
donde se dirigirían en unos minutos. Es ahora cuando esos padres se trasladan
inmediatamente a esa situación, pero tras pensar que en la escuela de sus niños
nunca ocurriría tal catástrofe, desconectan y entonces ese hecho terrorífico
pasa al olvido, como si no hubiesen oído nada esa mañana más que las risas de
sus hijos. Pero esas niñas siguen ahí, porque es una realidad no un capítulo de
un libro de terror que ha inventado cierto escritor. Estas niñas siguen
sufriendo, llorando desconsoladas, temblando de miedo… ante una situación sin
remedio, pues qué hacer en un país gobernado solo y exclusivamente por hombres,
en el que la mujer solo muestra sus ojos, está condenada a vivir solo para ellos
y a no recibir educación, causa por la que se desató ese terrible atentado
aquella mañana de febrero.
Esta es la realidad que nos aborda cada día,
mientras cientos de políticos luchan por unos simples votos, en otros países son
hombres con armas los que obligan a votarlos, mientras un país está pendiente de
la televisión para ver si de una vez han nombrado “marqués” al entrenador de una
selección que ganó un Mundial de fútbol, otros evitan mediante revoluciones en
las que entregan su vida, que ese mal nacido de dictador abdique para
siempre.
Son hechos que surgen cada día y que desgraciadamente pasan muy
rápido a la historia. Hechos que, por espantos que sean, no logran llegar a los
sentimientos de una sociedad que logre poner fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario